por Adda Vélez
Porque desde el más chico de ellos hasta el más grande de ellos, cada uno sigue la avaricia; y desde el profeta hasta el sacerdote, todos son engañadores. Jeremías 6:13
Numerosas personas han escrito en conserjería de Cristianos Unidos quejándose amargamente de la manera como se manejan las cosas en sus congregaciones cristianas. Para desgracia de las iglesias latinoamericanas, somos muy rápidos en importar de Norteamérica las nuevas tendencias evangelísticas que le dan mucho más énfasis a los números, que a las almas, a los individuos. En Norteamérica el evangelio es tan pero tan “Light” que ya no se ocupan del pecado, o de Satanás, sino de los números. Mientras más números, es decir, personas que aporten económicamente, mejor. No se han detenido a pensar que esto va en contra de la GRAN COMISION que nos ordeno Jesucristo a todos los que creemos en El: Id y haced discípulos.
Y decía Jesús á los Judíos que le habían creído: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32 Y conoceréis la verdad, y la verdad os libertará. Juan 8:31-32
No. Jesús no nos dijo si haces muchos discípulos serás mi discípulo. O si llevas cualquier cantidad de personas a la iglesia, serás salvo. Jesús dijo que para ser su discípulo tenemos que permanecer en Su palabra. Algunas religiones enseñan precisamente lo opuesto a esto. Hay una persona que pertenece a un grupo religioso que creen que tienen que repartir ciertas revistas cada semana, a determinado número de gente, para así ser salvos. Ella me quiere convertir a su religión, y por más que le digo que yo no necesito convertirme a nada, pues soy Salva por medio de la fe en Jesucristo, y bautizada, y nacida de nuevo, ella cree que no soy salva porque no pertenezco a su religión, ni tampoco reparto revistas cada semana. Ella no me ve a mí como un alma redimida por la Sangre de Cristo, sino como un número que producirá a ella salvación. Para ella, yo soy un número. Para mí, ella es un alma engañada que necesita un encuentro con Jesucristo.
SI Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican: Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guarda. Por demás os es el madrugar á levantaros, el veniros tarde á reposar, El comer pan de dolores: Pues que á su amado dará Dios el sueño. Salmos 127:1-2
En la iglesia primitiva, Dios añadía a la iglesia a cada uno de los que habían de agregarse a ella. La comisión era hacer discípulos, pero los discípulos no se hacen llevándolos a la iglesia, matriculándolos y haciéndolos “miembros” de una iglesia. Tampoco se hacen discípulos con cursos 101, 201, 301, etc. Los discípulos se hacen enseñándoles las cosas que Jesús nos enseñó, es decir, El Evangelio de la Salvación por Gracia, instruyendo la disciplina necesaria para leer la Biblia, orar diariamente, vivir en Cristo. Yo conozco una iglesia en la cual la mayoría de sus miembros son familias. Todos estos pasaron por los cursos de “membresía” y recibieron a Jesús como su salvador, algunos hasta se bautizaron. Sin embargo, viven la vida como el mundo. No cuentan con la preparación espiritual necesaria para vencer en todos sus caminos, pues desconocen la Palabra, desconocen el Poder de Dios. Se conforman con 45 minutos exactos de predica, 15 a 20 minutos exactos de alabanza, cada domingo. La iglesia cuenta con muchos miembros. Pero pocos de ellos conocen a Dios. Esto me lleva a preguntarme: ¿Es lo mismo pertenecer, ser miembro de una iglesia “X” o “Y”, a pertenecer al Cuerpo de Cristo? ¿Qué es lo que Jesucristo nos enseño? Jesús nos enseñó que una CASA SIN FUNDAMENTO cae. El fundamento es La Palabra, Jesucristo Mismo. El es la piedra angular.
Todo aquel que viene á mí, y oye mis palabras, y las hace, os enseñaré á quién es semejante: Semejante es al hombre que edifica una casa, el cual cavó y ahondó, y puso el fundamento sobre la peña; y cuando vino una avenida, el río dio con ímpetu en aquella casa, mas no la pudo menear: porque estaba fundada sobre la peña. Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; en la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó; y fue grande la ruina de aquella casa. Lucas 6:47-48
Si las iglesias no instruyen a los nuevos creyentes en La Palabra de Dios, el fundamento de la iglesia es tan débil que en cualquier vientito de doctrina caerá. No, no son más importantes los números, ni los números hablan del éxito de la iglesia, o de la sana doctrina que esta iglesia enseña. Los números en la iglesia nos hablan de que la iglesia se ha conformado tanto pero tanto al mundo, que es necesario llevar un record de las personas, imponiendo a los lideres que lleven cierta cantidad de personas (números), si no, su testimonio es malo. Hoy en día, las iglesias evangélicas de Norteamérica son tan ostentosas, majestuosas, inmensas, que hacen palidecer a cualquier catedral romana. El reino de la religión de hombres, se ha establecido entre las iglesias evangélicas. Por ende, hoy mas que nunca es necesario volver a la senda antigua, donde lo más importante es la salvación, instrucción, y discipulado de los creyentes en la Palabra de Dios. No debemos olvidar que por UNO hay fiesta en el cielo.
Os digo, que así habrá más gozo en el cielo de un pecador que se arrepiente, que de noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentimiento. Lucas 15:7
Algo extraordinario esta sucediendo en las iglesias: están llenas de gente, de números. Las llamadas mega iglesias están proliferando por todo el continente, dando la impresión de un gran avivamiento en toda la tierra. Sin embargo, no todo lo que brilla es oro. Las iglesias están llenas de almas que no han tenido un encuentro personal con Cristo, ni se han arrepentido de sus pecados, ni se han bautizado, ni han nacido de nuevo. Almas que fueron apantalladas por la luz que irradian las mega iglesias, pero que no han encontrado lo que en realidad andaban buscando: muchos de ellos están buscando a Jesús, y no lo han encontrado. Quizás esta sea la tragedia más grande del Cristianismo desde los tiempos de Constantino. Las iglesias llenas de números, y no hay quien vea por las almas secas.
A todos los que tienen en su corazón llevar gente a la iglesia, porque el discipulado así lo exige, considera las enseñanzas de Jesucristo: Jesús nunca nos pidió llevar almas a la iglesia o hacerlos miembros de un club social de domingo. Jesús nos pidió que los lleváramos a El, predicando el evangelio del arrepentimiento y perdón de pecados, y ministrándoles la Palabra. Jesús es el Verbo de Dios, la palabra de Dios. El es la piedra angular, el fundamento fuerte, si la casa no es edificada sobre este fundamento, caerá estrepitosamente. Considera la gran Comisión como un conjunto de creyentes haciendo la voluntad de Dios en todo el mundo. Lleva el mensaje, predica el evangelio, planta la semilla que es la PALABRA DE DIOS y no los números o dinero. Si no te escuchan, sacúdete el polvo de tus pies y sigue adelante, no te detengas. Ten presente que uno es el que planta, y otro el que riega, pero el Crecimiento lo da Dios –no los hombres-
Así que, ni el que planta es algo, ni el que riega; sino Dios, que da el crecimiento.
Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme á su labor. Porque nosotros, coadjutores somos de Dios; y vosotros labranza de Dios sois, edificio de Dios sois. 1 de Corintios 3:7-9
Si tu crees que a tu alrededor ya agotaste los recursos, que ya le compartiste a todos tus familiares y amigos, y se ha acabado el campo para ti, te exhorto a voltear tus ojos adentro de tu iglesia. Busca con tus ojos esa persona que no puede mirar a los ojos a nadie, que se sienta en la última silla de la iglesia y es el primero en salir. Busca con tus ojos a esos creyentes que lloran cada semana y nadie sabe porque. Busca a ese matrimonio en ruinas, a esos niños tristes, a ese ex adicto, ex convicto, o a esa pareja joven que están luchando por no caer en fornicación. Extiende tu mano a las personas que aun yendo a la iglesia cada domingo, viven en derrota y no han tenido un encuentro con Jesucristo, el Salvador del mundo. Ese es un campo misionero también. No te dejes envolver por el evangelio de los números, de las membresías para pertenecer a mega iglesias. Porque para Dios UNO SOLO es tan importante como para hacer fiesta en el cielo, ya que el prodigio de la Salvación es personal, entre los individuos y Dios. Extiende tu mano, y ve a las personas como almas preciosas compradas por Jesús a precio de Sangre, y no como número de cuota, o posible diezmo. Dios, que escudriña los corazones y que examina los pensamientos de cada quien, sabe como pagar a cada uno conforme a sus obras, sean estas buenas o malas. El siempre hace justicia, y nosotros solo debemos hacer nuestra parte sin apartarnos, o dejar de creer en El, por lo que hacen los demás, la gente que busca nada más lo propio.
De cierto te bendeciré bendiciendo, y multiplicando te multiplicaré.
Hebreos 6:14
A todos los redimidos por la Sangre de Jesucristo, para todos los que hacen su Voluntad, es la promesa. Que Jesucristo se establezca como Rey en tu corazón, y que su Espíritu Santo guíe tu mano para sacar a los hermanos que han caído, a los que le están buscando y no le han encontrado, en Su nombre amen y amen
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